Celaya, Gto., 01 de junio de 2020.- En ocasiones la vida puede llevarnos por caminos extraños, donde el dolor y la soledad parecen formar parte de un panorama cotidiano en el que los días son prácticamente iguales, y sólo hay una opción para tratar de sobrevivir: las drogas y el alcohol.
En ocasiones sólo se necesita una oportunidad, una oportunidad para poder encontrar sentido a la vida.
Rodolfo, quien es originario del Estado de Nayarit, no conoció el amor de un padre o una madre, de hecho, por más que intenta recordarlos, en su cabeza sólo aparecen imágenes difusas, sólo algunas sombras y palabras, tal vez un te quiero, tal vez una sonrisa, tal vez una caricia, pero por más que lo intente, por más esfuerzos que realiza, Rodolfo no logra recordar el rostro de las personas que le dieron la vida. De hecho no recuerda si en verdad conoció a su madre.
Desde que tiene uso de razón, las calles han sido sus compañeras, a los seis años ya las recorría solo, sin nadie que pudiera cuidarlo de algún peligro, con hambre, frío y en ocasiones bajo una fuerte lluvia, ya no recuerda qué fue lo que ocurrió, tal vez un escape, tal vez se perdió mientras acompañaba a alguno de sus padres, tal vez fue abandonado, no logra recordarlo.
Sin protección o un buen consejo, y ante los peligros que representa el que un niño se encuentre deambulando solo en la calle, las drogas, el alcohol, y los abusos, llegaron a la vida de Rodolfo.
Primero fueron los solventes, luego la marihuana, casi sin darse cuenta llegaron las drogas sintéticas, pero a falta de medios económicos, recientemente la gasolina apareció en su vida, cualquier cosa es buena para mitigar el dolor, el sufrimiento, y todas esas preguntas que habitan en su mente y nadie puede contestar al llegar la noche.
En su cuerpo lleva marcas de las adicciones, de hecho estuvo a punto de perder las piernas, luego de que parte de su cuerpo se incendiara al estar inhalando gasolina, el fuego se esparció rápidamente por su cuerpo, pero la intoxicación que presentaba neutralizó el dolor, y como si se tratara de una herida menor logró apagar las llamas sin pedir ayuda médica, y posteriormente continuó drogándose.
Posteriormente aparecieron infecciones, dolor por las heridas que portaba, limitación para poder andar, nada de eso importó, bajo un techo improvisado y el frío concreto, Rodolfo continuó su vida, esperando que alguien le obsequiara algo para comer, alcohol o enervantes para continuar.
Las heridas que tiene en la piel, no son tan profundas como las que lleva en el alma.
El 21 de mayo pasado, aproximadamente a las 19:00 horas, la directora del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia de Celaya, Felicitas Fabiola Mateos Chavolla, localizó a Rodolfo mientras realizaba un recorrido de supervisión y apoyo a personas vulnerables sobre el bulevar Adolfo López Mateos.
De inmediato, se activó el protocolo pertinente para atención a este tipo de casos, y con el apoyo de personal de la Dirección de Protección Civil y Bomberos, se realizó una revisión al hombre, quien en ese momento se encontraba sumamente alcoholizado y se negó a recibir alguna clase de apoyo, argumentando que se dirigía al municipio de Villagrán.
Seis días después, en seguimiento a este caso, y al detectar que la persona se encontraba en riesgo ya que continuaba intoxicándose con enervantes y alcohol, así como exponiéndose a algún contagio por COVID-19 al pernoctar en la vía pública, nuevamente la directora de DIF Celaya solicitó apoyo para iniciar los protocolos necesarios.
Al ver que se acercaba personal de DIF, el hombre, quien se encontraba alcoholizado, se tornó agresivo, sin embargo luego de un diálogo donde se le hizo de conocimiento que se encontraban en ese lugar para ayudarlo, accedió a ser trasladado a un sitio para ser atendido de las lesiones que presentaba, así como para recibir tratamiento respecto a sus adicciones.
A sólo horas de llegar a este lugar, Rodolfo ya contaba con atención médica, alimento y medicamento, además de que personal de este sitio lo apoyó en lo que respecta a su aseo personal, e incluso se le había provisto de calzado, prendas de vestir, y sobre todo compresión, respeto y aceptación entre el grupo.
Hoy en día, Rodolfo está listo para iniciar una nueva etapa de su vida, una etapa donde con el apoyo de especialistas, puede que en poco tiempo, por primera vez salga a las calles para dar un nuevo enfoque a su vida, lejos de las adicciones.