San Miguel de Allende, Gto. 14 de abril de 2025.- San Miguel de Allende vive su Semana Santa: un tributo a la fe, la tradición y la música sacra San Miguel de Allende se prepara, una vez más, para recibir los días más solemnes del calendario litúrgico: la Semana Santa, expresión viva de la devoción, la memoria y el arte que han definido por siglos el espíritu de esta ciudad.
Desde la Dirección de Cultura y Tradiciones, extendemos una invitación a ciudadanos y visitantes a sumarse con respeto y recogimiento a las celebraciones que conforman este valioso patrimonio
religioso y cultural.
Uno de los actos más representativos y sentidos de esta temporada es la tradicional
Visita de las Siete Casas, que tiene lugar la tarde del Jueves Santo. Esta práctica,
de profundo arraigo oratoriano, rememora el momento en que la Iglesia conmemora
la institución de la Eucaristía. En esa ocasión, cada templo prepara un altar especial
—los antiguos monumentos— donde se resguarda, con solemnidad y ornato, el
Santísimo Sacramento.
Los fieles recorren al menos siete de estos altares, meditan y oran, y participan de
una costumbre ancestral que también incluye el acto simbólico de dar y recibir: una
cruz de palma bendita, manzanilla, pan o una pequeña imagen devocional, gesto
sencillo pero cargado de espiritualidad.
San Miguel se transforma en esos días. El incienso, la manzanilla y el hinojo —
herencia de huertas hoy desaparecidas— perfuman los templos, mientras el ingenio
de los sanmiguelenses se expresa en la elaboración de altares cargados de símbolos
eucarísticos, velas, cortinajes, esculturas y elementos artísticos de gran valor. Es,
como bien lo ha dicho el maestro Acacio Martínez Rodríguez, titular de la Dirección,
“un dechado de ingenio, arte y devoción”.
La solemnidad alcanza su culmen el Viernes Santo, cuando las calles del centro
histórico son testigo de las procesiones del Santo Entierro, entre ellas la del
Oratorio, conocida por su profunda carga simbólica y su fidelidad a los elementos
originales del siglo XIX. Estas procesiones no solo preservan las imágenes religiosas
y los pasos tradicionales, sino también la música sacra que las acompaña: siete
cantos escritos especialmente para San Miguel en la segunda mitad del siglo XIX,
interpretados con fidelidad por músicos de la localidad.
Uno de estos momentos musicales se convierte en el corazón emocional de la
procesión: la interpretación de “Christus Factus Est”, pieza en latín que conmueve
por su fuerza y su mensaje, evocando la obediencia y sacrificio de Cristo con una
intensidad que traspasa generaciones:
“Christus Factus Est”
Christus factus est pro nobis obediens
usque ad mortem, mortem autem crucis.
Propter quod et Deus exaltavit illum,
et dedit illi nomen, quod est super omne nomen.
(Cristo se hizo obediente por nosotros hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios
lo exaltó y le dio un nombre que está sobre todo nombre.) La interpretación de esta obra por parte de músicos sanmiguelenses representa no solo un acto de arte, sino también de amor a la tradición, de fidelidad a los textos originales, y de compromiso con una herencia viva que se honra con cada nota.
Finalmente, la imagen de la Virgen de la Soledad, vestida de negro, culmina la
jornada: símbolo de dolor, belleza y esperanza. Es la Virgen madre que acompaña a
su hijo muerto al sepulcro, y es también la imagen de un pueblo que, en medio del
duelo, reafirma su fe.
La Semana Santa en San Miguel de Allende no es solo una celebración litúrgica: es
un testimonio cultural, artístico y espiritual que nos convoca a todos. A vivirla,
valorarla y transmitirla. A caminar con devoción por las calles que huelen a incienso.
A escuchar con el corazón los cantos que aún vibran en las voces de nuestros
músicos. Y, sobre todo, a reconocernos como herederos de un legado que sigue
latiendo con fuerza en el alma de esta ciudad.